Sí, sí, tú, que ahora mismo estás leyendo estas líneas, tienes el poder de controlar el mundo. ¿Cómo? Muy sencillo, con cada una de las decisiones que tomas en tu vida, y como consumidor, aún más.
Cada día, con cada decisión que tomamos, influimos en el desarrollo de nuestro entorno y de nuestra propia vida. Hacer una llamada, pedir perdón, interesarte por un conocido, informarte sobre tu entorno, votar a un partido político u otro, aceptar una oferta de trabajo, escoger tus estudios, cambiar de canal de televisión, comprar una marca u otra… cada gesto que hacemos diariamente influye en una persona, en un entorno, en una decisión estratégica de una empresa, y en definitiva, en tí mismo.
¿Te has parado a pensar en las implicaciones que tiene tu decisión de compra en el lineal del supermercado? Cada vez más, las marcas nos intentan bombardear con mensajes publicitarios y de branding para captar nuestra atención y que compremos sus productos. ¿Y te has fijado que cada vez más destacan los valores de marca y su responsabilidad como organización? Según un estudio publicado por la agencia Havas Worldwide, el 70% de los consumidores afirma que cada vez más las compañías son las que tienen el poder del cambio en nuestro entorno, y al 61% le gustaría que las marcas tuvieran una mayor conciencia e implicación social. Son datos muy alentadores; cada vez la sociedad es más consciente del poder que como consumidor, tiene.
En el libro de Joan Antoni Melé, Dinero y Conciencia, nos explica de una forma muy amena y entendedora, el gran poder que como consumidores tenemos. ¿Por qué no invertir nuestro dinero en un banco ético y no en uno que invierte en armas? ¿No es el dinero una forma de comprar productos y servicios? ¿Porqué no ponemos ese dinero al servicio de la sociedad «invirtiéndolo» en aquellas empresas concientes?
Pues ya sabes, cuando compres, piensa en que no únicamente estás adquiriendo un producto o un servicio concreto, estás apoyando una estrategia empresarial, una conciencia social y es nuestra mayor fuerza para influir positivamente en tu entorno.
Un ejemplo muy claro: tu entorno cercano. Todos ellos trabajan en una empresa, ¿por qué no adquirir un producto elaborado en tu país y no en el extranjero? De esta forma, además de fomentar el empleo local de tu país, evitas una gran emisión de CO2 a la atmósfera por el transporte de largas distancias, y los impuestos que esas empresas pagan en tu país repercute en un mejor presupuesto para mejorar el nivel de servicios públicos. ¿Porqué no comprar unas lentejas producias en España y no en USA? Con este pequeño gesto ayudas a la agricultura de tu país y evitas la despoblación de zonas rurales de España. ¿Porqué no compras ropa elaborada en condiciones laborables dignas para los trabajadores? (Os recomiendo la lectura del libro de Jaume Sanllorente, La Costurera de Daca) ¿Porqué con la compra de ofertas y productos baratos provocas bajadas de sueldos de los trabajadores para poder competir en precio? Y así una larga lista de reflexiones interesantes a la hora de comprar.
Es por todo ello que te animo a que antes de comprar, te pares a pensar en qué tipo de empresas y de sociedad estamos apoyando con nuestra decisión de adquirir un producto u otro.
Ánimo y, como dijo Mahatma Gandhi, «Sé el cambio que quieras ver en el mundo».
Namasté,
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Mario Mata
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