Hoy he gozado de un pequeño placer que nos otorga la vida, esas pequeñas cosas a las que muchas veces ni prestamos atención.
Estamos en una sociedad del consumo, donde se ha vinculado al felicidad al echo de tener, tener, tener y tener. A más tienes, más eres, más feliz te sientes, más realizado. Analizando brevemente este placer, ¿es duradero en el tiempo? ¿Es sostenible? ¿podemos seguir consumiendo sin fin? Bajo mi punto de vista, y aquí que cada uno haga su propio juicio de valor, mi respuesta es NO.
El placer está en las pequeñas cosas, en disfrutar de algo tan sencillo como un parque, como un día soleado. Como os he avanzado al principio, hoy gozado de un pequeño disfrute: el mercado municipal. A las 8:20h de la mañana, cuando aún hay una parte de ciudad que sigue descansando, he entrado al mercado municipal para hacer la compra, y me he encontrado con un mundo nuevo: gente cercana, feliz, risas, amabilidad, simpatía, compañerismo, comunidad… algo tan difícil de encontrar en un supermercado o en la propia calle. Intercambio de palabras con el vendedor/a, información, halagos, buenas palabras, amabilidad. Para darme un baño de realidad he acabado las compras en el supermercado donde aún estoy esperando un «buenos días», un «gracias», o un «hasta pronto». ¿Cuál es mi carga sentimental ahora? Positivamente alta, cercana al 9 en una escala del 0 al 10, y todo gracias a ese pequeño homenaje que me he hecho visitando al mercado de toda la vida.
Con lo cual, el objetivo marcado del día de «disfrutar de las pequeñas cosas» ha sido superado con creces!
Mira a tu alrededor y goza de algo cercano!! Disfruta de tu día!!
Mario.