Namasté querido lector,
Hoy me gustaría haceros una pequeña explicación del significado que tiene la palabra namasté, tan utilizada en la India y en occidente como parte de sesiones de yoga y otras técnicas de autoconocimiento, ¿pero qué hay detrás de esta palabra? ¿Es un simple «hola», «adiós», «gracias» o tiene algo más de espiritual?
Para muchos occidentales, el uso de namasté radica en un saludo sin mucho contenido espiritual, pero en otras culturas como la India, va un paso más allá, es algo más de dentro, más humilde y con una gran carga «divina» (más allá de nuestro Dios religioso, nuestro «Dios» interior).
Desde un punto de vista etimológico, la palabra namasté procede del sánscrito, y está formada por «namas» y por «te». Namas, significa saludo, reverencia, adoración; te, muy similar al nuestro, «a ti». Así que si juntamos ambas partes, encontramos que su significado es «te saludo», «te reverencio».
Además de su pronunciación, se acompaña de un gesto muy hermoso, que consiste en juntar ambas palmas de la mano a la altura del pecho, y se acompaña de una pequeña inclinación de cabeza. Es una forma de mostrar respeto hacia la otra persona, en una actitud de oración.
Como es bien sabido, la cultura india, y por ende su lengua madre, el sánscrito, tienen una carga espiritual fuerte. De ahí que namasté vaya un paso más allá del simple saludo o reverencia ante la persona que tenemos delante. La mano derecha representa lo espiritual, y la izquierda lo mundano, con lo que al juntarlas se eliminan las diferencias; la inclinación de cabeza es una forma de honrar respeto a quien tenemos delante, con lo que la conjunción de manos y cabeza ofrece respeto a quien tenemos delante, de tú a tú, de igual a igual, sin importar nuestras diferencias, desde nuestra más profunda humildad; reconociéndolo como un igual, reconociendo su ser espiritual, su esencia, su divinidad interior; reconociéndola y aceptándola de igual a igual. ¿No es preciosa esta interpretación espiritual del namasté? Es un saludo, o una despedida, desde la humildad, desde la parte más bondadosa y profunda de nuestro ser, respetando la diferencia, sin prejuicios, reconociendo a la otra persona sin importar razas, sexo, tendencias, religiones ni creencias, sólo por la única razón de SER.
Así que a partir de este momento, sintamos esa conexión espiritual con nuestro interlocutor, cada vez que demostremos nuestro respeto con un namasté sincero, consciente y auténtico.
Así que desde lo más profundo de mi ser, namasté.
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Mario Mata
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