No, tranquilos, no he retrocedido en el tiempo y he vuelto a mi infancia ni a mi adolescencia; sigo viviendo en el día de hoy y con la edad que tengo, pero leyendo una contra de la Vanguardia me ha hecho reflexionar sobre los beneficios de escribir el diario.
Podemos definir «el diario» como aquel lugar de intimidad, de conversación con nosotros mismos, en el que expresamos nuestros sentimientos, nuestras vivencias, nuestras preocupaciones, nuestros retos, nuestras superaciones. Digamos que es una forma de recopilar y ordenar lo que pasa a la persona que más queremos, o deberíamos querer, a nosotros.
Gracias a esta escritura hacemos un autoanálisis de quién somos, qué somos, qué sentimos. Y este análisis es lo más necesario para saber en qué situación nos encontramos, y con este punto de partida, trabajar nuestro interior, nuestros pensamientos, para cambiar actitudes y modificar aquellos comportamientos que nos hieren y nos boicotean (recordar que es nuestra forma de interpretar las cosas lo que nos hace sufrir, nos autoboicoteamos).
Una vez detectado el sentimiento que nos duele, actuemos sobre él, busquemos la parte positiva, busquemos la forma de cambiar nuestra actitud para que deje de ser un obstáculo en nuestro camino hacia la felicidad.
Seguramente de ese diario saquemos una agenda con «temas pendientes» a tratar. Ponerle una fecha temprana para tratarlos, y a por ellos!
Escribamos, mejor que sólo pensarlo, puesto que la escritura es una forma de hacer más real el pensamiento, de darle forma, y nos sirve como recordatorio de lo que está ahí, y a futuro lo podemos recuperar para recordar lo aprendido.
Escribe el diario de tu vida, el diario de tus pensamientos, es sólo el principio de tu viaje interior hacia un gran futuro.
Nos seguimos leyendo…
Saludos,
Mario.
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